Tuve la suerte de ver en vivo el combate en el que Dalia Contreras, con su triunfo, se convirtió hasta ahora en la única medallista en los juegos olímpicos de Beijing. Me quedé gratamente impresionado al ver su emoción y la forma como celebró la victoria: se tiró al piso bañada en llanto y luego de saludar al entrenador de su contrincante salió corriendo a abrazarse con el suyo, cual niña emocionada.
En medio de la narración de los comentaristas de televisión, luego del triunfo, uno de ellos comenta: “Que cosas! quizá no habría celebrado tanto de haber perdido en la final y ganar medalla de plata”. Esa afirmación se me quedó grabada, no tan sólo por estar de acuerdo con ella, sino por tratar de buscar una justificación lógica a la manera de celebrar de Dalia y lo poderoso de aquel comentario.
Bingo!! Resulta que me puse a investigar un poco y ratifiqué que la felicidad y celebración de Dalia, además del comentario de televisión, por ganar una medalla de bronce es absolutamente lógica, más allá de la satisfacción personal. La referencia la encontré en un libro escrito por Bob Willingham en colaboración con David Matsumoto llamado “The Thrill of Victory and the Agony of Defeat” (La Emoción de la Victoria y la Agonía de la Derrota). El libro está basado fundamentalmente en análisis de fotografías tomadas por Willingham a peleadores de judo durante los juegos de Atenas 2004. En el análisis fotográfico se aprecia las expresiones de frustración de aquellos judokas que pierden la final y se hacen con la medalla de plata, en contraste con la felicidad de quienes ganan para obtener la medalla de bronce.
Desde el punto de vista de la psicología del comportamiento, resulta que los medallistas de plata, por peder la final de su competencia, terminan comparándose a sí mismos contra alguien en mejor situación que ellos, y eso priva por encima de haber obtenido el segundo lugar en la competencia. En cambio, los medallistas de bronce, al ganar sus combates, se comparan a sí mismos contra alguien cuyo desempeño ha sido inferior, lo cual, conjugado con la obtención de una medalla, aún y cuando es la menor escalafón, termina generando una mayor satisfacción.
En otras palabras, en la mayoría de las competencias deportivas, sobre todo en las de combate, la única medalla que se obtiene perdiendo una competencia es la de plata, en cambio la de oro y la de bronce, son el resultado de un triunfo. Lo cual, en definitiva explica la satisfacción de Dalia y la afirmación del comentarista deportivo.
viernes, 22 de agosto de 2008
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4 comentarios:
Excelente e interesante post. Esti va en línea con mucho de lo que se está haciendo en behavioural finance y en la investigación de happines.
"No se gana una medalla de plata se pierde una de oro" creo haberla oído en las olimpíadas pasadas por algún narrador deportivo y definitivamente la recordé al leer este post.... Muy bueno por cierto e interesante!
Chico es cierto... aqui en Canada paso con una caraja de Taekondo tambien, la tipa no podia tener mas cara de arrechera/frustracion.
Estuvo bueno ese post Ricardo... constructivo pues... ;-)
Excelente escrito Ricardo.
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